jueves, 19 de agosto de 2010

Baúl




Aquí arrojo yo,
un corazón que se detuvo entre los hombres,
también mi ropa
mis zapatos
y todo aquello que diga quién soy.
Ahora estoy sin cabeza y sin calzado
esperando en la mesa
que señales con tu dedo
dónde debo dormir
dónde debo beber para seguir diciendo incoherencias
mientras empieza la lluvia
y se derrite mis huesos
y se funde mi corazón con los latidos de esa noche
llena de abismos
donde caí agarrando tus vestidos
tratando de decir nada, nada, nada.
Tengo la impresión
que solo me queda dormir,
dar de comer a la silla
y vaciar mis bolsillo frente al espejo
y preguntarme si este es mi realidad
la que reprocha
que no tenga nariz ni boca,
ni día ni noche,
solo una habitación tan oscura
donde se extingue las puertas y las ventanas,
y esa soledad que aúlla
y no deja nada de mí
solo ese zumbido que parpadea en la noche
y me dice que no sirvo para nada
y que debo acabar de una vez con todo
antes que cubran mi cuerpo vivo con cal y
me quede sin historia.


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