martes, 22 de junio de 2010

Pedro



Dime Pedro
tú que no temes a la muerte
cuando observas la olla vacia,
cuando caminas, sonries,
cuando respiras por mis poros,
cuando me preguntas
dónde se fueron todos
y dónde te fuiste tú
en esta noche vacia.
¿Acaso no te duele el corazón
cuando apagan la luz
de mi habitacion?
En dónde está tu cuerpo
cuando duermo,
cuando bebo,
cuando
dejo en mi silla
una camisa blanca y
un pantalón encendido,
cuando me despierto
y no te veo
sentado en esta silla
y me pregunto si dejaste de comer
como hoy tambien lo he hecho.
No comprendo todo esto
como tampoco sé
cuantas veces
me he despertado a medianoche
con los bolsillos llenos
de tus fotos y nuestros recuerdos,
y observo el mismo cielo encendido
que fundo
tu sombra en mi poesía
y fabrico
aquellas ventanas abiertas
que no existe en mi habitacion;
pero repito
y no comprendo
donde fue a parar tu cuerpo
aquel iluminado
que broto de mi canto roto,
de mi cama vacia,
de mi almanaque desmemoriado
de esta condicion de ver
tu rostro retratado
en las cuatro patas de mi catre
que es mi condena
tu condena
nuestra
la de ellos
la que cierra la puerta
y te busca y nos buscamos
cuando dibujo mis ojos
y creo una hecatombe,
pero repito,
pero repito,
cuantas veces
me he despertado
y he buscado tu cuerpo
en mi bolsillo
sin que nadie sepa
que no te he encontrado
entonces finjo que sigues ahi
revolotenado mis papeles
y sonriendo en esa oscuridad
que ya no es la tuya
sino la mía.