martes, 18 de enero de 2011

Testimonio de la guerra de Troya


En todas partes asesinaban. «Ahora vamos a acabar con estos perros miserables. Los vamos a convertir en ceniza». Diciendo así, remataban a los heridos agonizantes y quemándolos con fuego. Entonces, estando así, esa hora yo me agarré fuerte la mano y pensé, apretando mi mano, me rematarán disparándome en la cabeza o en mi espalda. Seguía apretando mi mano, haciéndome la muerta en el suelo. Me hice la muerta con la esperanza de que no se les ocurra rematarme, diciendo para mis adentro. Ulises Santamaría no olvidaría estas palabras porque ese día apunto con su fusible la cabeza de aquella mujer después que le contó lo sucedido horas antes que ellos llegaran al pueblo. Los pájaros se alborotaron del árbol cuando escucharon el disparo.

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