
La melancolía es un mal de frontera, de pueblos desplazados, de migrantes, gente que ha sufrido grandes reformas en el aspecto religioso y político.
El portero es un hombre fronterizo, condenado a una situación limítrofe.
Todos los arqueros deben ser melancólicos desde el primer momento que atraparon un balón en sus manos.
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