
Joseph N. Niepce, el inventor francés que tuvo la primera fotografía permanente, entendió, a mediados del siglo XIX, que su creación respondía a la insatisfacción del hombre de no poder expresar, por medio del lenguaje, un hecho de la realidad. De esa manera nació la concretización del lenguaje: la negación de la idea de los racionalistas medievales que pensaban que la realidad era engañosa y solo podía ser comprobada su existencia por medio de su medición matemática.
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