
Diana es la mujer que siempre me llevo a la cama. No hay preguntas solo jadeos y gritos desesperados por el orgasmo. Siempre es así. El tiempo pasa y siento que es la mejor amante que he tenido. No la amo. No sé si la quiero porque siempre me cuentas de sus aventuras con diferentes hombres. Ella tampoco me quiere. Ya tirados en la cama trato de no mirarla a la cara. Ella tampoco lo hace. Los dos miramos al techo y tratamos de decir mentiras. Después nos quedamos callados. Luego empieza ese sentimiento de culpa que nos hace entender lo inferiores que somos en toda esta sociedad. Me salgo de la cama sin decir nada y me pongo el pantalón. Ella hace lo mismo. Se cubre rápidamente el cuerpo. Ahora soy un extraño para ella. Le digo que tengo que irme. Bajamos la escalera del hotel y me despido con un beso en la mejilla. Ella va a buscar a ese enamorado que le hace entender que alguien la quiere. Yo me voy al bar a beber y a entender que mañana todo será igual, sólo variara el perfume que use.
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