martes, 24 de agosto de 2010

La arquitectura de la escritura


Mi hermana sentencio que no había ninguna razón que podía demostrar que la arquitectura tuviera una vinculación con la escritura. Ese mismo día tome unas fotos del interior de mi hogar. Ella sorprendida observo cada uno de mis movimientos al momento de enfocar el objeto dentro de un espacio que no fue minimizado por la luz. Entonces abrí las ventanas y observe la ciudad. La ciudad se erigía silenciosa. Era la suma de todas esas historias mínimas que pasan desapercibidas antes nuestros ojos. Su arquitectura, sus pasadizos, sus calles, los personajes que pululaban al margen, a la deriva o ensamblados como una x denotada en todo que no es parte de, pero forma una unidad inquebrantable: Eso era la ciudad. Mi hermana se acerco a la ventana y observo el inmenso cielo que nos sepultaba. Karla, si toda la ciudad es un discurso, también toda escritura es una ciudad en sí misma. La escritura ya no puede concebirse fuera de la arquitectura, alejada de esa dimensión urbanística que estamos todos sujetos de una u otra forma. La escritura puede dar forma a un hormigón y este dar forma al comportamiento de nuestro cuerpo, y nuestra manera de pensar. Localicemos esa escritura que ahora quiere poblar nuestro cuerpo. Ella miro a mis ojos y soltó el libro de literatura que tenía entre sus manos.

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