jueves, 12 de agosto de 2010

Cuando una bala perdida no encuentra el sol en el cielo del centro de Lima


Una bala revienta el cráneo de un hombre.
En este instante.
Ahora.
Una bala revienta el cráneo de un hombre.
Estan sus cesos por todos lados
su sangre se confunde con el asfalto
y con el exilio olor de la tarde.
Todo es una extraña conjunción
de silencios y tejidos ensangrentados en la pared
que ahogan su imagen en la sombra.
La bala
ha quebrado al hombre
como un árbol que aspira la muerte en el ocaso.
Nadie lo ha mirado.
Ha nadie le interesa su sangre
que dibuja su nombre en la acera.
Lo que importa ahora es tapar con papel periódico
su cuerpo,
tomarle un foto para que salga en primera plana
y tratar que los perros no orine en su rostro.

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